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martes, 30 de agosto de 2011

"Enamorarse de Jesus" Musica

Lacrimación de imágen de la Virgen en Licata, Sicilia, Italia,Ago-27-2011


Información de Licata Live 24.it, Ago-27-2011; sobre una presunta lacrimación de una imagen de la Sma. Virgen con el Niño, ocurrida en Licata, en la isla de Sicilia, Italia.
Un cuadro de la Virgen con el niño llora lágrimas mezcladas con sangre en Licata. En via Gela, en la habitación de Giuseppe y Giovanna Amato, la imagen puesta en la cabecera de la cama en el dormitorio, comenzó a lacrimar en la noche del 23 de agosto. El cuadro lloró cuatro veces, las noches del 23 y 24 de agosto y ayer [26 de Agosto] dos veces, por la mañana y la tarde.

Lacrimó no sólo la imagen que representa a la Virgen sino también el rostro del Niño Jesús. La familia está conmocionada por lo acontecido pero quiere que, si el milagro se confirma, el cuadro permanece en Licata, para la veneración de los fieles. Antes de hablar de milagro, sin embargo, la Iglesia deberá hacer una investigación larga y complicada, ayer por la mañana el cuadro fue visto por el Padre Totino Licata, parroco de la iglesia de San Giuseppe Maria Tomasi, el cual obviamente permanece muy cauteloso y reflexivo. “Fuí llamado por la familia y fuí como era justo —dice— ahora de la cosa debera ocuparse las instituciones eclesiásticas encargadas”. El cuadro también ha lacrimado en la tarde de ayer, ante los ojos de quien escribe esto. Que si creo o no, al parecer del suscrito no se ha encontrado una explicación plausible. Las fotos que mostramos acompañando la pieza fueron tomadas ayer por la mañana, la calidad no es muy grande pero representa el momento en el que, en la noche del jueves, el cuadro comenzó a manar sangre profusamente.

Giuseppe Patti






 

Sé quién eres tú, el Santo de Dios. Y Jesús le increpó diciendo: Calla y sal de él. Y el demonio, arrojándolo al suelo


«Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Y se quedaban admirados de su doctrina, porque su palabra iba acompañada de potestad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio impuro, y gritó con gran voz: Déjanos, ¿qué hay entre nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres tú, el Santo de Dios. Y Jesús le increpó diciendo: Calla y sal de él. Y el demonio, arrojándolo al suelo, allí en medio, salió de él, sin hacerle daño alguno. Quedaron todos atemorizados, y se decían unos a otros: ¿Qué palabra es ésta, que con potestad y fuerza manda a los espíritus impuros y salen? Y se divulgaba su fama por todos los lugares de la región.» (Lucas 4, 31-37)

I. Jesús, hoy realizas el milagro de expulsar de aquel hombre el «espíritu impuro». Esa persona era exteriormente como las demás; incluso iba al templo el sábado, como era costumbre entre los judíos. Pero su espíritu impuro le separaba de Dios: «¿qué hay entre nosotros y tú, Jesús Nazareno?» No quiere tener ningún trato contigo, aun sabiendo que eres el «Santo de Dios.»

Jesús, la impureza es una enfermedad del alma, y por ello no se manifiesta exteriormente de la misma manera que las enfermedades del cuerpo. Cuando una persona tiene un cáncer, su enfermedad es cada vez más visible, y aquella persona intenta poner los medios para vencer la enfermedad antes de que sea demasiado tarde. La impureza es como un cáncer en el alma, y aunque no es tan patente hacia el exterior, si no se cura a tiempo, produce inevitablemente la muerte espiritual.

Jesús, que no me engañe: la impureza me separa de Ti, produciendo peores daños que los que puede causar la peor de las enfermedades físicas. Y aunque nadie lo note exteriormente, destroza mi vida cristiana porque me hace perder la gracia. Por eso he de poner todos los medios para vivir una vida limpia, acudiendo prontamente a la confesión si lo necesito.

«La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado. «La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir; movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa» (GS 17) (CEC.-2339).


II. «Para vencer la sensualidad -porque llevaremos siempre este borriquillo de nuestro cuerpo a cuestas-, has de vivir generosamente, a diario, las pequeñas mortificaciones -y, en ocasiones, las grandes-; y has de mantenerte en la presencia de Dios, que jamás deja de mirarte» (Forja.-90).

Jesús, por más que quiera, llevo este borriquillo a cuestas: es el cuerpo que, al quedar desordenado tras el pecado original, busca desordenadamente lo placentero, lo fácil, lo cómodo. ¿Cómo puedo vencer esta tendencia que, a veces, se me presenta de un modo tan sugestivo que me parece incontrolable? ¿Qué puedo hacer entonces para comportarme como un hijo de Dios en vez de dejarme llevar por mis pasiones?

Primero he de poner los medios humanos: huir de las ocasiones de pecado, y enreciar mi voluntad haciendo pequeñas mortificaciones, luchando contra la comodidad en el trabajo o estudio, aprovechando el tiempo, etc... Y luego, he de poner los medios sobrenaturales: oración, mortificación, frecuencia de sacramentos, mantenerme en presencia de Dios -que jamás deja de mirarme-, y pedir ayuda a la Virgen ante la tentación.

Hay un medio que tiene efectos a la vez sobrenaturales y humanos: la mortificación, que consiste en hacer un pequeño sacrificio ofreciéndolo a Dios por alguna intención. Por eso me recuerdas: para vencer la sensualidad, has de vivir generosamente, a diario, las pequeñas mortificaciones -y, en ocasiones, las grandes. Jesús, que sea generoso y que sepa unirme a Ti en la cruz, haciendo cada día -al menos- una pequeña mortificación. De esta manera me será más fácil vencer las tentaciones y mantener mi alma limpia, para poder amarte y amar a los demás.

MEDITAR

San Marcos señala en su Evangelio que las gentes estaban admiradas de Jesús y su doctrina, pues les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas (1, 22) A través de su Santísima Humanidad hablaba la Segunda Persona de la Trinidad, y el pueblo que lo escuchaba percibió con claridad la seguridad y fuerza con que el Señor declaraba su doctrina.

Habla en nombre propio: Yo os digo... Jesús nos sigue hablando uno a uno, personalmente, en la intimidad de la oración, al leer cada día el Evangelio... Hemos de aprender a escucharle también entre los mil sucesos del día, y en lo que nosotros llamamos fracaso o dolor. "...en ese texto encontrarás la Vida de Jesús; pero además, debes encontrar tu propia vida. Toma el Evangelio a diario, y léelo y vívelo como norma concreta. ?Así han procedido los santos" (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Forja)


II. Las palabras de Jesús están llenas de vida, penetran hasta el fondo del alma, y cuando nosotros se la abrimos, también nos transforman. En el Santo Evangelio encontramos cada día a Cristo mismo que nos habla, nos enseña y nos consuela. En su lectura ?unos pocos minutos cada día- aprendemos a conocerle cada vez mejor, a imitar su vida, a amarle. El Espíritu Santo ?autor principal de la Escritura Santa- nos ayudará, si acudimos a Él en petición de ayuda, a ser un personaje más de la escena que leemos, a sacar una enseñanza, quizá pequeña pero concreta para ese día.


III. El Señor nos habla de muchas maneras cuando leemos el Evangelio: nos da ejemplo con su vida para que le imitemos en la nuestra; nos enseña el modo de comportarnos con nuestros hermanos, y su predilección por los pequeños y pobres; nos recuerda que somos hijos de Dios y que nada debe quitarnos la paz; nos enseña a perdonar y que seamos misericordiosos con los defectos ajenos, pues Él lo fue en grado sumo; nos alienta a preparar con esmero la Confesión frecuente, donde nos espera el Padre del Cielo para darnos un abrazo; nos impulsa a santificar el trabajo, haciéndolo con perfección humana, como Él lo hizo en Nazaret.
Por todo esto, es recomendable que lo leamos a primera hora del día para tenerlo presente en nuestra jornada. Todos los días, mientras leemos el Evangelio, Jesús pasa junto a nosotros. No dejemos de verlo y oírlo, como aquellos discípulos que se encontraron con Él en el camino de Emaús. "Quédate con nosotros, porque ha oscurecido... ¡Qué pena si tú y yo no supiéramos "detener" a Jesús que pasa!

lunes, 29 de agosto de 2011

Musica Catolica

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Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia,Caritas in veritate : Algunos principios generales.


Esta entrada es una parte integrante del artículo: Algunas ideas sobre la Encíclica Caritas in veritate. Para tener una visión completa sobre este tema,  conviene mirar los otros apartados.
Caritas in veritate : Algunos principios generales.

Ya la encíclica Sollicitudo reI socialis de Juan Pablo II había dirimido la cuestión -debatida hasta el ese momento- sobre la naturaleza de la doctrina social de la Iglesia: “no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología moral“, formulada por tanto “para orientar la conducta cristiana” (n. 41; para más detallade, vid. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nn. 72-86). El documento de Benedicto XVI acentúa este carácter moral, al centrar la encíclica en la caridad -la virtud moral por excelencia, que lleva a todas consigo- y no sólo en la justicia: “La doctrina social de la Iglesia responde a esta dinámica de caridad recibida y ofrecida. Es “caritas in veritate in re sociali“, anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad” (n. 5); “Caritas in veritate es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un criterio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral” (n. 6),

La caridad está llamada a penetrar en toda relación social, sea del tipo que sea. “Ella da la verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas” (n. 2). Este principio contrasta fuertemente con la mentalidad más habitual en la sociedad; no sólo frente a quienes piensan que las realidades sociales -económicas, políticas, comerciales, etc.- se rigen por leyes propias en las que la ética no tiene apenas cabida, sino también los que, admitiendo la necesidad de una ética, ven a ésta limitada a una justicia fría y estricta que ponga un marco y unos límites a un mundo social movido exclusivamente por el interés particular. La justicia es absolutamente necesaria -la encíclica insiste en ello-, y la primera exigencia del amor al prójimo. Pero, a la vez, “la caridad supera la justicia y la completa siguiendo la lógica de la entrega y del perdón. La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión” (n. 6).
La antropología cristiana sustenta la doctrina social de la Iglesia, lo cual la aleja tanto de utopías irrealizables -cuyo trasfondo es siempre un naturalismo más o menos explícito según los casos- como de pesimismos fatalistas que piensan que nada se puede hacer para cambiar la sociedad. En concreto, “la sabiduría de la Iglesia ha invitado siempre a no olvidar la realidad del pecado original, ni siquiera en la interpretación de los fenómenos sociales y en la construcción de la sociedad: «Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres»” (n. 34; la cita es de Centesimus annus, n. 25, y está recogida en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 407). Pero, a la vez, la misma antropología cristiana tiene en cuenta la realidad de la gracia, sanante y elevante. Por este motivo, estaría fuera de lugar una mentalidad de “todo o nada“: se debe hacer lo que esté en la mano de cada uno, y eso da frutos, aunque no sean todos los pretendidos. “La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas. El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos, aun cuando no sea realice inmediatamente, aun cuando lo que consigamos nosotros, las autoridades políticas y los agentes económicos, sea siempre menos de lo que anhelamos. Dios nos da la fuerza para luchar y sufrir por amor al bien común, porque Él es nuestro Todo, nuestra esperanza más grande” (n. 78).
La noción de “desarrollo” impregna la encíclica entera. Pero no debe confundirse con lo que habitualmente se designa con ese término. El documento mismo señala, como objeto del mismo, “el desarrollo humano integral“, y desde el principio aclara que se trata del desarrollo “de cada persona y de toda la humanidad” (n. 1). Este desarrollo “no se asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence al mal con el bien (cfr. Rom 12,21) y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y responsabilidad” (n. 9); “el auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones” (n. 11; la frase está tomada de Populorum progressio, n. 14). “Este desarrollo exige, además, una visión trascendente de la persona, necesita a Dios: sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado” (n. 11). Una consecuencia inmediata, para las personas singulares, es que su comportamiento en cualquier ámbito social incide en su desarrollo como persona -o, evidentemente, como cristiano-, aunque se trate aparentemente de una tarea meramente técnica, pues también en esos casos “su actuar permanece siempre humano, expresión de una libertad responsable” (n. 70). En un sentido negativo, “no hay desarrollo pleno ni bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en la totalidad de alma y cuerpo” (n. 76).

EL CAMINO HACIA DIOS: La comunicación de la fe ....“nueva evangelización”...Tomás de Aquino afirma que hay dos tipos de comunicación: la locutio, unfluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan; y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.

EL CAMINO HACIA DIOS: La comunicación de la fe ....“nueva evangelización”...Tomás de Aquino afirma que hay dos tipos de comunicación: la locutio, unfluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan; y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.

La comunicación de la fe ....“nueva evangelización”...Tomás de Aquino afirma que hay dos tipos de comunicación: la locutio, unfluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan; y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.

La comunicación de la fe es una cuestión antigua, presente en los dos mil años de vida de la comunidad cristiana, que siempre se ha considerado mensajera de una noticia que le ha sido revelada y es digna de ser comunicada. Pero es también una cuestión de candente actualidad. Desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, los Papas no han dejado de señalar la necesidad de mejorar la comunicación la fe.

Con frecuencia, este tema se relaciona con la “nueva evangelización”.  En ese contexto, Juan Pablo II ha afirmado que la comunicación de la fe ha de ser nueva "en su ardor, en sus métodos, en su expresión". Aquí nos referiremos en particular a la novedad en los métodos.

Hay factores externos que obstaculizan la difusión del mensaje cristiano, sobre los que es difícil incidir. Pero cabe avanzar en otros factores que están a nuestro alcance. En ese sentido, quien pretende comunicar la experiencia cristiana necesita conocer la fe que desea transmitir, y debe conocer también las reglas de juego de la comunicación pública.

Partiendo, por un lado, de los documentos eclesiales más relevantes y, por otro, de la bibliografía esencial del ámbito de la comunicación institucional, articularé mis reflexiones en una serie de principios. Los primeros se refieren almensajeque se quiere difundir; los siguientes, a lapersonaque comunica; y los últimos, almodode transmitir ese mensaje en la opinión pública.

1. Veamos primero los principios relativos al mensaje.
Ante todo, el mensaje ha de ser serpositivo. Los públicos atienden a informaciones de todo género, y toman buena nota de las protestas y las críticas. Pero secundan sobre todo proyectos, propuestas y causas positivas.

Juan Pablo II afirma en la encíclica “Familiaris consortio” que la moral es un camino hacia la felicidad y no una serie de prohibiciones. Esta idea ha sido repetida con frecuencia por Benedicto XVI, de diferentes maneras: Dios nos da todo y no nos quita nada; la enseñanza de la Iglesia no es un código de limitaciones, sino una luz que se recibe en libertad.  

El mensaje cristiano ha de transmitirse como lo que es: un sí inmenso al hombre, a la mujer, a la vida, a la libertad, a la paz, al desarrollo, a la solidaridad, a las virtudes... Para transmitirla adecuadamente los demás, antes hay que entender y experimentar la fe de ese modo positivo.

Adquieren particular valor en este contexto unas palabras del Cardenal Ratzinger: “La fuerza con que la verdad se impone tiene que ser la alegría, que es su expresión más clara. Por ella deberían apostar los cristianos y en ella deberían darse a conocer al mundo”. La comunicación mediante la irradiación de la alegría es el más positivo de los planteamientos.

En segundo lugar, el mensaje ha de serrelevante, significativo para quien escucha, no solamente para quien habla.  
Tomás de Aquino afirma  que hay dos tipos de comunicación: la locutio, unfluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan;  y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.

Comunicar la fe no es discutir para vencer, sino dialogar para convencer. El deseo de persuadir sin derrotar marca profundamente la actitud de quien comunica. La escucha se convierte en algo fundamental: permite saber qué interesa, qué preocupa al interlocutor. Conocer sus preguntas antes de proponer las respuestas.

Lo contrario de la relevancia es la auto-referencialidad: limitarse a hablar de uno mismo no es buena base para el diálogo.
En tercer lugar, el mensaje ha de serclaro. La comunicación no es principalmente lo que  el emisor explica, sino lo que el destinatario entiende. Sucede en todos los campos del saber (ciencia, tecnología, economía): para comunicar es preciso evitar la complejidad argumental y la oscuridad del lenguaje. También en materia religiosa conviene buscar argumentos claros y palabras sencillas.  En este sentido, habría que reivindicar el valor de la retórica, de la literatura, de las metáforas, de las imágenes, de los símbolos, para difundir el mensaje cristiano.

A veces, cuando la comunicación no funciona, se traslada la responsabilidad al receptor: se considera a los demás como incapaces de entender. Más bien, la norma ha de ser la contraria: esforzarse por ser cada vez más claros, hasta lograr el objetivo que se pretende.

2. Pasemos ahora a los principios relativos a lapersonaque comunica.
Para que un destinatario acepte un mensaje, la persona o la organización que lo propone ha de merecercredibilidad. Así como la credibilidad se fundamenta en la veracidad y la integridad moral, la mentira y la sospecha anulan en su base el proceso de comunicación. La pérdida de credibilidad es una de las consecuencias más serias de algunas crisis que se han producido en estos años.

Por otra parte, en comunicación, como en economía, cuentan mucho los avales. El aval de una autoridad en la materia, o de un observador imparcial, representa una garantía para la opinión pública. Con otras palabras, nadie se avala a sí mismo. Existen instancias que, con mayor o menor fundamento, ejercen esa función evaluadora. En el ámbito de la opinión pública, ese aval lo otorgan principalmente los periodistas. Por eso, es crucial considerarlos como aliados, nunca como enemigos, en el proceso de comunicación.

El segundo principio es laempatía. La comunicación es una relación que se establece entre personas, no un mecanismo anónimo de difusión de ideas. El Evangelio se dirige a personas: políticos y electores, periodistas y lectores. Personas con sus propios puntos de vista, sus sentimientos y sus emociones.

Cuando se habla de modo frío, se amplía la distancia que separa del interlocutor. Una escritora africana ha afirmado que la madurez de una persona está en su capacidad de descubrir que puede “herir” a los demás y de obrar en consecuencia.

Nuestra sociedad está superpoblada de corazones rotos y de inteligencias perplejas. Hay que aproximarse con delicadeza al dolor físico y al dolor moral. La empatía no implica renunciar a las propias convicciones, sino ponerse en el lugar del otro. En la sociedad actual, convencen las respuestas llenas de sentido y de humanidad.

El tercer principio relativo a la persona que comunica es lacortesía. La experiencia muestra que en los debates públicos proliferan los insultos personales y las descalificaciones mutuas. En ese marco, si no se cuidan las formas, se corre el riesgo de que la propuesta cristiana sea vista como una más de las posturas radicales que están en el ambiente. Aun a riesgo de parecer ingenuo, pienso que conviene desmarcarse de este planteamiento. La claridad no es incompatible con la amabilidad.

Con amabilidad se puede dialogar; sin amabilidad, el fracaso está asegurado de antemano: quien era partidario antes de la discusión, lo seguirá siendo después; y quien era contrario raramente cambiará de postura. 

Recuerdo un cartel situado a la entrada de un “pub” cercano al Castillo de Windsor, en el Reino Unido. Decía, más o menos: En este local son bienvenidos los caballeros. Y un caballero lo es antes de beber cerveza y también después. Podríamos añadir: un caballero lo es cuando le dan la razón y cuando le llevan la contraria.

3. Veamos por último algunos principios que se refieren almodode comunicar:  

El primero es laprofesionalidad. “Gaudium et Spes” recuerda que cada actividad humana tiene su propia naturaleza, que es preciso descubrir, emplear y respetar, si se quiere participar en ella. Cada campo del saber tiene su metodología; cada actividad, sus normas; y cada profesión, su lógica.

La evangelización no se producirá desde fuera de las realidades humanas, sino desde dentro: los políticos, los empresarios, los periodistas, los profesores, los guionistas, los sindicalistas, son quienes pueden introducir mejoras prácticas en sus respectivos ámbitos. San Josemaría Escrivá  recordaba que es cada profesional, comprometido con sus creencias y con su profesión, quien ha de encontrar las propuestas y soluciones adecuadas. Si se trata de un debate parlamentario, con argumentos políticos; si de un debate médico, con argumentos científicos; y así sucesivamente.

Este principio se aplica a las actividades de comunicación, que están conociendo un desarrollo extraordinario en los últimos años, tanto por la calidad creciente de las formas narrativas, como por las audiencias cada vez más amplias y por la participación ciudadana cada día más activa.

El segundo principio podría denominarsetransversalidad. La profesionalidad es imprescindible cuando en un debate pesan las convicciones religiosas. La transversalidad, cuando pesan las convicciones políticas.

En este punto, vale la pena mencionar la situación de Italia. Al hacer la declaración de la renta, más del 80% de los italianos marcan la casilla correspondiente a la Iglesia, porque desean apoyar económicamente sus actividades. Eso quiere decir que la Iglesia merece la confianza de una gran mayoría de ciudadanos, no solamente de quienes se reconocen en una tendencia política.

En ese país, y en muchos otros, los católicos no plantean su acción pública poniendo su esperanza en un partido. Saben por experiencia que lo importante no es que una formación  política incorpore a su programa la doctrina social cristiana, sino que esos valores se hagan presentes en todos los partidos, de modo transversal.

El tercer principio relativo al modo de comunicar es lagradualidad.Las tendencias sociales tienen una vida compleja: nacen, crecen, se desarrollan, cambian y mueren. En consecuencia, la comunicación de ideas tiene mucho que ver con el “cultivo”: sembrar,  regar, podar, antes de cosechar.

El fenómeno de la secularización se ha ido consolidando en los últimos siglos. Procesos de tan larga gestación no se resuelven en años, meses o semanas.

El cardenal Ratzinger explicaba que nuestra visión del mundo suele seguir un paradigma “masculino", donde lo importante es la acción, la eficacia, la programación y la rapidez. Y concluía que conviene dar más espacio a un paradigma “femenino", porque la mujer sabe que todo lo que tiene que ver con la vida requiere espera, reclama paciencia.

Lo contrario de este principio es la prisa y el cortoplacismo que llevan a la impaciencia y muchas veces también al desánimo, porque es imposible lograr objetivos de entidad en plazos cortos.
A estos nueve principios habría que agregar otro que afecta a todos los aspectos mencionados: al mensaje, a la persona que comunica y al modo de comunicar. El principio de lacaridad.

Algunos autores han destacado que, en los primeros siglos, la Iglesia se extendió de forma muy rápida porque era una comunidad acogedora, donde era posible vivir una experiencia de amor y libertad. Los católicos trataban al prójimo con caridad, cuidaban de los niños, los pobres, los ancianos, los enfermos. Todo eso se convirtió en un irresistible imán de atracción.

La caridad es el contenido, el método y el estilo de la comunicación de la fe; la caridad convierte el mensaje cristiano en positivo, relevante y atractivo; proporciona credibilidad, empatía y amabilidad a las personas que comunican; y es la fuerza que permite actuar de forma paciente, integradora y abierta.  Porque el mundo en que vivimos es con demasiada frecuencia un mundo duro y frío, donde muchas personas se sienten excluidas y maltratadas y esperan algo de luz y de calor. En este mundo, el gran argumento de los católicos es la caridad. Gracias a la caridad, la evangelización es siempre y verdaderamente, nueva. 

sábado, 27 de agosto de 2011

Libros Catolicos Recomendados  

Aviso: Si tiene problemas descargando un archivo de un libro, solicitarlo por email al contacto: info@jesustebusca.com.ar



¡ El Infierno es eterno ! Relatos.

Fernanda Nissaf


"Para Salvarte"
 Padre Jorge Loring

"Profecias sobre la Iglesia"
Beata: Anne Catherina Emmerich


Las Vsiones del Antiguo Testamento
Anna Katharina Emmerich




"Cartas del diablo a su sobrino"
  C. S. Lewis




"Golpe Maestro de Satanas"
Monseñor Marcel Lefebvre




"Imitacion de Cristo"
   Tomas de kempis





"Carta Abierta a los catolicos perplejos"
     Monseñor Marcel Lefebvre





"Catecismo Mayor"
   San Pio X





"Cien años de Modernismo"
Padre Dominique Bourmaud




"Camino"
Jose Maria Escriva Balaguer 


"Advertencia del mas Alla"
Exorcista Arnold Renz
  



San Luis María Grignion de Montfort
Carta a los amigos de la Cruz




San Luis María Grignion de Montfort
  El Secreto de María




Catecismo



"Profecias"
Virgen de la Salette



Monseñor Marcel Lefebvre
Vida y Pensamiento de un Obispo Católico




Monseñor Marcel Lefebvre
Le Destronaron




Breve Examen Critico
(Ottavianni y Bacci)




vueltos Hacia el Senor
Misa Tridentina



Habla un Exorcista
Gabriel Amorth



Un librito para seguir la Misa tridentina




PROMESAS.El alma que las reza
no sufrirá ningún Purgatorio, etc..
San
ta Brigida



Libro Revelaciones
Santa Brigida


Misal
Latin- Españo
l


Rosario a la Preciosísima Sangre de Cristo

Tercer Secreto


Los signos de los tiemposErnest Ben Odevecq, pbro


EL DEBER DE PREDICAR SOBRE EL INFIERNO
R.P. Marcel Nault


Profesias
Padre Wilson Salazar



Visiones
Padre Wilson Salazar

La pasión de Cristo. "usada por Mel Gibson"
Beata: Anne Catherina Emmerich



"La Santa Misa"
    Catalina Rivas






"El Exorcismo de Marta"
Sacerdote J. Antonio Fortea





"Divina Misericordia en mi Alma-Diario"
  Santa Sor Faustina Kowalska




"Preparación para la Muerte"
San  Alfonso María de  Ligorio




"Introduccion Vida Devota"
    San Fransisco Sales





"El nuevo ritual de exorcismos"
     Padre Amorth





"La pequeña historia de mi larga historia"
      Monseñor Marcel Lefebvre



"Léeme o laméntalo"
Almas del purgatorio



"Un Exorcista Entrevista al diablo"
    D.Mondrone





San Alfonso María de Ligorio
Las Glorias María




San Luis María Grignion de Montfort
Tratado de la Verdadera Devocion





San Fransisco de Asis
Escritos Completos



La Hora Milagrosa
1 Hora de Oración


COMPLOT CONTRA LA IGLESIA
Maurice Pinay




Monseñor Marcel Lefebvre
Breve Examen Critico Novus Ordo Missae



Monseñor Marcel LefebvreItinerario espiritual siguiendo a Santo Tomás de Aquino



El Misterio Del Más Alla
Antonio Royo Marín, O.P.




LA LIBERTAD RELIGIOSA
Según Lumen Gentium y Dignitatis Humanæ 



Santa Maria Agreda
Mistica Ciudad de Dios"Pasion y Muerte"





Via crucis
San Alfonso Maria de Ligorio


¡Mujer me Crucificas!
Modas Indecentes



Curso de Latin



José Antonio Fortea
SUMMA DAEMONIACA
Tratado de Demonología y Manual de Exorcistas


Hora Santa
Mateo Crawley-Boevey


 CATECISMO DE LA SUMA DE STO. TOMÁS

EL CREDO COMENTADO. STO. TOMÁS

Cristo vendrá como Juez


 EL Eterno Galileo-Vida de Cristo
Fulton J Sheen


"Para Salvarte"
 Padre Jorge Loring